domingo, 24 de febrero de 2008

Magia en el lago

En el año de 1.598 llegan los primeros esclavos africanos al sur del Lago de Maracaibo. Para ese tiempo los primeros habitantes ya habían sido reducidos en los enfrentamientos con los colonizadores. Por los relatos de los cronistas se sabe que en las riberas del Lago existían numerosas comunidades indígenas como los onotos, bobures, canoabos, pememos, zaparas, toas, quiriquires, aliles, moporos y muchas más.

Cuentan los ancianos que en los años del 1.600 no todos los enfrentamientos se dieron con armas de guerra, también se desarrollaron terribles batallas con la fuerza de la magia.

Antonio Juan fue un esclavo propiedad del capitán Pedro Alfonso Parral, tenía 80 años, y fue utilizado como mandadero. Antonio Juan fue además esclavo fundador de la plantación de este capitán en la zona conocida hoy como El Parral. El anciano gozaba de mucho respeto por sus conocimientos de la antigua magia africana.

No muy lejos de la hacienda y en un solitario palafito vivía un poderoso piache bobures, de los últimos que quedaban en la zona. Antonio Juan conocía al indio bobures y el indio bobures lo conocía a él. Ambos respetaban mutuamente sus poderes.

Un día, cuando pasaba frente al palafito solitario, Antonio Juan recibió el influjo de un espíritu que se acercaba en forma de serpiente. Era el indio bobures que se le presentaba en posición de ataque. Entonces Antonio Juan invocando sus conocimientos se transformó en una gruesa vara de mangle y empezó a golpear con gran fuerza la cabeza a la serpiente

El indio casi muerto por los golpes se transformó en un fuego ardiente y empezó a quemar la vara que era Antonio Juan, quien calcinado por las llamas pidió más poder a los espíritus y se transformó en lluvia.

La lluvia se volvió torrencial aguacero y comenzó a apagar el fuego en que se había convertido el indio bobures.

El piache casi extinguido tomó su sonajero y mirando al cielo se transformó en un profundo pozo que como boca gigante se bebía el aguacero. Antonio Juan, atrapado en el pozo se transformó en un pez y de un brinco voló hacia las aguas del Lago.

El indio tomando la fuerza del agua se transformó en un caimán que con su boca abierta esperaba al pez. Cuando el pez en su vuelo hacia El Lago vio al caimán se transformó en un pitirrí, un pájaro pequeño y levantó vuelo sobre los marullos.

Cuando el pitirrí que era Antonio Juan, levantaba vuelo hacia las nubes desde El lago el indio continuaba fluyendo energía. El indio se transformó en gavilán y en vuelo rápido persiguió al pitirrí.

Recuerdan Mano Chuza y María del Carmen Suárez en Bobures, que cuando el gavilán estuvo a punto de atrapar al Pitirrí, se escuchó un ruido espantoso en toda la zona. Era un disparo que había accionado el capitán Pedro Alfonso Parral. El tiro no era un tiro cualquiera, el capitán sabía que tarde o temprano el indio y el negro se enfrentarían en combate. Por esa razón siempre llevaba su escopeta preparada con un tiro de sal en grano, agua bendita y pólvora.

Desconjurados por el tiro los dos hombres cayeron al Lago. De las orillas salieron dos cangrejos camino al monte y al adentrarse en él se transformaron en dos liebres, una marrón y una negra. El capitán hecho un tigre salió a perseguirlos pero nunca los encontró. Unos meses después murieron el indio, Antonio Juan y el capitán.

Cuentan que antes de morir el esclavo y el capitán le enseñaron a varias personas de Bobures a preparar el tiro de sal y a convertirse en tigres.


Este relato apareció publicado por primera vez en el libro “Las Barbúas. Mitos y Leyendas de Origen Africano presentes en el Sur del Lago de Maracaibo” de Juan de Dios Martínez, en marzo de 1986. Constituye este libro una recopilación de cuentos de valor incalculable. Juan de Dios recopiló “ Tres Culturas” de una conversación entre Mano Chuza y María del Carmen Suárez en Bobures, población al Sur del Lago de Maracaibo, al occidente de Venezuela en el año 1954. Bobures, es una comunidad de origen africano. La presente es un versión libre de Alexander Hernández, sacada de las conversaciones sostenidas con Juan de Dios Martínez, antes de su partida al cielo africano.

Las orejas del conejo

Hace mucho tiempo, cuando los animales hablaban como la gente, El Conejo tenía las orejas cortas y las patas largas. El Conejo vivía feliz cantando y bailando por el monte.

Un día salió temprano a buscar raíces frescas para comer. Fue cuando vio al Tigre que andaba caminando.

- ¡Que fuerte es El Tigre!. No puede ser que ese Tigre tenga esas patas tan grandes y ese rabo tan largo. En cambio, yo tengo este cuerpo tan pequeño, con este rabo y con estas patas…

Así pasó el tiempo. Otro día andaba el conejo con su tambor tocando por todas partes. El conejo buscaba siempre su alimento en el monte, cuando de repente sintió un ruido entre las ramas y vio que el era El Oso Frontino. Asombrado dijo:

-¡Que grande es El Oso! Ese Oso es más grande y más fuerte que yo, con esas patas, con ese hocico, con ese cuerpo. ¿Cómo es posible?. En cambio yo tengo este cuerpo tan pequeño, con este rabo y con estas patas…

Así pasó el tiempo. Otro día en el que hacía un sol brillante, al Conejo lo despertó un ruido que venía desde lo alo de los árboles. Se limpió sus ojos y vio al Mono. El Conejo quedó maravillado con las proezas de aquel animalito.

- ¡Que ágil es El Mono!. Trepa a los árboles, salta de rama en rama. ¿Cómo es posible?. Ese Mono es más ágil que yo y tiene un rabo largo y peludo.

El Conejo preocupado por todo lo que había visto y como los animales eran más fuertes, más grandes y más ágiles que él, se dirigió a las tierras del Papá Creador de los Animales y allá lo encontró.

- Mira Tú Papa Creador de los Animales, ¿por qué yo soy tan pequeño?, en cambio El Tigre es fuerte, El Oso es grande y el Mono es ágil.

El Papá Creador de los Animales le dijo:

- Mira Conejito yo te voy a poner tres pruebas y si tú pasas esas tres pruebas regresa y veremos.

Entonces el Papá Creador le puso las tres pruebas. La primera era capturar a una Serpiente; la segunda traer miel de Las Abejas y la tercera traer una lágrima del Caimán.

El conejo estaba muy contento porque era muy bueno para hacer esas cosas. Y se puso a trabajar.

Lo primero que hizo fue hacer una almohada y tejer una cesta. Rato después se fue caminando por el monte hasta que llegó a la cueva de La Serpiente y se le acercó gritando.

- Como es posible Serpiente que tu siendo tan peligrosa vivas en una cueva tan fea y tan incómoda, mira lo que te traigo aquí.

La Serpiente sorprendida miró con asombro al conejo al tiempo que este la atrapó. El conejo estaba contento ya tenía la primera prueba.

Luego El Conejo se fue directo a los árboles donde están las abejas y allí se acercó poco a poco. Las Abejas lo descubrieron y cuando ya lo iban a picar les dijo:

- Cómo es posible que ustedes que son tantas vayan a picar a un conejito como yo… no, no… Miren lo que traigo aquí, y abriendo la cesta les mostró una hermosas flores.

Las Abejas contentas se metieron una a una en la cesta. El conejo estaba muy contento, ya tenía la segunda prueba.

El Conejo se fue saltando y se acercó a la orilla del río, allí estaba El Caimán descansando.

- ¡Mira Caimán lo que te traigo aquí!.

Cuando el Caimán abrió sus ojos el conejo le dio un palazo en el hocico y el Caimán se puso a llorar. Rápidamente el conejo sacó una totuma de la cesta y recogió una lágrima del Caimán. Contento estaba el conejo porque ya tenía la tercera prueba superada.

Cuentan los que cuentan que a la tierra del Creador de los animales se apareció el Conejo. El creador rascándose la barba le dijo.

- ¡Ay Conejito, si tu con ese tamañito has hecho lo que has hecho, ¿cómo será si te hago fuerte como El Tigre, grande como El Oso y ágil como El Mono?

Fue entonces cuando El Creador de los Animales, se acercó al Conejo agarrándolo por las orejas y lo lanzó con todas sus fuerzas hacia la tierra.

- ¡No Conejo tu eres una amenaza para la creación, mejor te quedas tal y como estás!

Cuentan que el Conejo cayó parado y las patas se le encogieron, del estirón que le dio el Creador se le alargaron las orejas y del susto el rabo largo se le convirtió en una pequeña motita.

Cuentan también que antes de caer a la tierra El Conejo chocó con La Luna. Por eso en las noches de luna llena podemos ver la silueta del Conejo en la cara de La Luna.
Este cuento ha sido encontrado en varios lugares del mundo, hay versiones en España, Portugal, Venezuela, Centroamérica y México. La presente versión que presentamos incorpora elementos de cada una de esas versiones.